La Octava Villa Colonial, así surgió San Juan de los Remedios, fundada por los conquistadores españoles en 1515, hoy más conocida como Remedios. Situada tan solo a 9 km del puerto de Caibarién y a aproximadamente a 45 km de la ciudad de Santa Clara en la provincia de Villa Clara, hacia el centro de la isla de Cuba. A la ciudad se llega a través de carreteras interiores que se comunican con otros pueblos y a su vez con provincias vecinas.
En sus inicios la ciudad estaba situada en la costa, pero en 1544, se internaron hacia el centro para evitar los continuos ataques de corsarios y piratas. La ciudad de Remedios es uno de esos sitios de tránsito obligado para quienes deciden visitar este territorio, considerado uno de los poblados coloniales más lindos de Cuba, declarado Monumento Nacional. Es un lugar de preeminencia por su numerosa población, por su comercio activo, por su posición geográfica, por sus riquezas históricas. Es una ciudad dinámica de vida propia, con excelentes edificios como el ayuntamiento (quemado en la revolución de 1958), iglesias, correos y telégrafos, La Tertulia, Hospital, buenos paseos, parques y monumentos.
La opulencia y belleza arquitectónica se puede apreciar en su centro histórico, que es el único del país en cuya plaza principal existen dos iglesias: la de Nuestra Señora del Buen Viaje y la Parroquia Mayor de San Juan Bautista, en la que existe un enorme altar totalmente enchapado en oro y una escultura -que se presume sea única en el mundo- que representa a la Inmaculada Concepción en estado de gestación. Situadas en la Plaza Martí, donde las palmas y los bancos de mármol y hierro han sido testigo de los principales acontecimientos de la ciudad.
La ciudad fue cuna de Alejandro García Caturla, uno de los más importantes músicos del país, quien comenzó a escribir música a la edad de 14 años y estaba muy influenciado por los ritmos africanos. El Museo de la Música Alejandro García Caturla, se encuentra hacia el norte de la Plaza Martí y conserva una impresionante colección de manuscritos de este autor.
Lo que más le ha dado fama a este singular poblado son sus tradicionales y simpáticas parrandas carnavalescas. Sus orígenes se remontan al primer cuarto del siglo XIX y que desde 1871 dividen a la población en dos bandos: los barrios de San Salvador y el Carmen, representados por un gallo de lidia y un gavilán, respectivamente, y que se enfrentan con ingenio e imaginación, desde la noche del 24 de diciembre hasta la mañana del siguiente día. Cada cual presume con una artística carroza gigante llena de luces, música, bailes, disfraces, pirotecnia y gran bullicio a la que acude todo el vecindario y visitantes de afuera. Estas celebraciones fueron inventadas por el párroco de ese entonces, con la intención de atraer a la feligresía a la misa del gallo. En el Museo de Las Parrandas, se pueden encontrar los disfraces característicos, las banderas y la historia de esta gran fiesta popular exclusiva de esta región del país.